miércoles, 8 de octubre de 2014

“Ole que buenos son, fresquito y bueno, chiquilla”, patrimonio inmaterial de la humanidad para la UNESCO


La popular frase “Ole qué buenos son, fresquito y bueno, chiquilla” ha sido propuesta para formar parte del patrimonio inmaterial de la humanidad por un comité de expertos de la UNESCO que estaban despistados por Jerez. Los expertos de este organismo de la ONU estaban tomando tranquilamente unas cañas en una terraza de la plaza Plateros después de estar todo el día en la campiña de Jerez buscando de forma infructuosa algunas ruinas que llevarse a la boca –Torremelgarejo tendrá que seguir esperando- cuando pasó el vendedor de camarones con su canasto, abrió la sillita y empezó a pregonar su mercancía: “Ole qué buenos son, fresquito y bueno, chiquilla. A la mojamita, al camarón”. En ese momento los tres expertos de la UNESCO se miraron y supieron que eso era exactamente lo que estaban buscando. Hicieron varias preguntas a una mesa cercana, casualmente llena de periodistas locales, y descubrieron además que no se trata de un vendedor ambulante más, ya que hace unos años fue portada del Semanal del País en un reportaje que hizo dicho medio sobre Jerez como paradigma de la ruina de los ayuntamientos españoles.
De todas formas, a ellos realmente les da un poco igual el vendedor y aunque preferirían que fuese él mismo el que pregonara la frase en la sede central de la UNESCO, en el distrito VII de París, lo cierto es que están barajando otras opciones, ya que este tipo de resoluciones suelen hacerse en sábado, y parece poco probable que el vendedor viaje a París dicho día, que es en el que hace más caja, a no ser que se le garantice que ese día en la UNESCO se ponga todo el mundo tibio a camarones, mojamita y cangrejos.
Este medio tuvo acceso también a dos de las tres servilletas que sirvieron de borrador a los expertos para destacar los méritos de la frase y que dan cuerpo al memorando que ya está en París. En las servilletas, en primer lugar se destaca la indudable españolidad que aporta el ‘olé’ o ‘ole’, por ceñirse a la pronunciación observada. A continuación viene el ‘qué buenos son’, sin desvelar el producto, lo que añade una notas de tensión muy literarias y cinematográficas. Luego va ‘fresquito y bueno, chiquilla’, una palabras con mucho más contenido del que en principio puede parecer, ya que mantienen la tensión hasta el final, adjetiviza la bondad del producto y cierra con un vocativo muy feminista y andaluz, aunque en realidad, oyendo detenidamente la frase, no queda muy claro si dice ‘chiquilla’ o ‘chiquillo’, de hecho parece que depende de la hora en que se vocee que la vocal final se abra hacia la ‘a’ o sea más bien una especie de ‘ao’. Hay que tener en cuenta que en las pesquisas que realizó el comité entre camareros y clientes de la zona fue informado de que el vendedor va todos los fines de semana por los bares de Plateros (eso cuando no hay un santo en la calle así que hay que añadirle como treinta días más), por lo que nadie se molestó realmente en registrar la frase, lo que viene a aumentar su inmaterialidad. Finalmente se pregona ‘la mojamita’ y ‘el camarón’… pero no los cangrejos que también lleva, lo que ha hecho crecer el rumor de que realmente no están a la venta o siquiera son se verdad, ya que en realidad nadie tiene referencia de ninguna venta de estos crustáceos en los últimos años.
Después de que hace años el flamenco también fuera proclamado patrimonio inmaterial de la humanidad, ahora ‘ole, qué buenos son, fresquito y bueno, chiquilla’ viene a reforzar el papel de Jerez en la tradición oral de la humanidad con una distinción que coloca a la ciudad a la altura, por ejemplo, de la plaza Yamaa el Fna, en Marrakech, lo que ha sido motivo de satisfacción en el Ayuntamiento, que espera una oleada de turismo cultural-gastronómico en los próximos meses y ya prepara un viaje a París para asistir a la proclamación.
Sr. Miércoles.

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