martes, 7 de octubre de 2014

EL RESURGIMIENTO DE JUAN PALOMINO


La suerte cambió de la noche a la mañana para el bodeguero Juan Palomino un día en el que firmó demasiado apresuradamente unos documentos bancarios. “No quise ponerme mis gafas de presbicia por pura coquetería, pensaba que podría beneficiarme a la directora de mi sucursal que me trataba con tanta solicitud y tenía dos pedazos… Pero la muy zorra ya no quiso atenderme una vez que estampé mi firma en esas malditas preferentes”.


Arruinado y con una bodega embargada se dio desesperadamente a la bebida, a la suya porque siempre defendió la calidad de sus caldos por encima de los demás, hasta que cayó en sus manos un libro de autoayuda y leyó aquello del kanji japonés, compuesto por dos caracteres que significan “peligro” y “oportunidad”. Tan impresionado quedó que decidió impresionarse a su vez la nalga izquierda con ese dibujo. Orgulloso de su tatuaje, corrió a mostrárselo al cocinero del restaurante chino situado en la planta baja de su edificio que le confesó que en realidad ese signo que lucía en su culo significaba “vía rápida”.

Esto no amilanó a Juan que interpretó el error positivamente (otra enseñanza del manual) como una señal inequívoca de que debía darse prisa en reconducir su vida. Decidí sacarle partido a lo que me quedaba de stock en la bodega y fundé una nueva línea de moda jerezana, a medio camino entre “Jerezanísimo” y Agatha Ruiz de la Prada. Vestir con toneles a la vez que es la mejor forma de lucir la marca Jerez, es muy aireado y no tienes por qué preocuparte por disimular las lorzas que quedan bien ocultas”. Y añade “Tampoco presenta problemas de tallaje”.“Con esta nueva línea de negocio pienso ponerme las botas (de hecho es lo que vengo haciendo) y poner a la directora de mi banco mirando para Cuenca”. 

Sr. Lunes.




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