Llevábamos toda la vida escuchando hablar de ella. Sin embargo, nadie a estas alturas creía seriamente que la Pureza del Flamenco pudiera existir en la realidad. Pues sí que existe. Mide unos cuarenta centímetros, está hecha como de felpa, con un estampado de lunares, y a primera vista cualquiera diría que es una alfombrilla de baño, pero qué va, es la mismísima Pureza del Flamenco, que la han encontrado por casualidad unos señores mientras hacían reformas en su casa de la calle Rendona.
Al parecer, la tenían allí en un trastero cogiendo
polvo y sin darle la menor importancia. Incluso estuvieron a punto de tirarla a
la basura, porque no todo el mundo entiende de esencias artísticas, pero la
suerte quiso que unas japonesas (que se alojaban en el inmueble con motivo del
Festival de Jerez) reconocieran en la supuesta alfombrilla toda la magia de
este arte tan nuestro y tan universal, y pidieran a su anfitrión que llamara a
Pepe Marín cagando leches.
El propietario, un jubilado del taxi al que ni
se le pasaba por la imaginación que iba a tener en su casa algo de tantísima
categoría, ha reconocido que una cosa así le cambia la vida a cualquiera y que
a partir de ahora va a dejar de oír cintas de Rumba Tres, ya que tener en tu
poder la Pureza Flamenca supone una responsabilidad muy grande.
Aunque en el momento del hallazgo hubo
bastantes dudas al respecto (pues se temió que pudiera tratarse de una copia), parece
contrastado que no, que es la Pureza Flamenca patanegra, la que muchos
entendidos hacía décadas que daban por perdida.
Lo importante, por lo visto, no es tanto su
valor material, que no alcanzaría los dos euros, sino su valor para desentrañar
los misterios del cante jondo. Y es que el hallazgo de esta pieza va a ser fundamental
para comprender un arte lleno de incógnitas. Servirá, por ejemplo, para saber
por fin si en nuestro ADN existe un gen del duende (o también vale aprenderlo
en una academia) o para resolver muchas dudas sobre el empleo de las raíces del
cante en la elaboración de postres (campo en el que queda por saberlo casi todo).
Y por supuesto, servirá para arrojar luz sobre algo que trae de cabeza a flamencólogos
de medio mundo: ¿hay algún champú recomendado para interpretar la soleá sin
salirse de los cánones? Pronto lo sabremos.
Sr. Miércoles.
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