Preguntando se llega a Roma. Sobre todo si se va en coche y
se pregunta en Jerez. Pero vamos, que no es cachondeo, que se llega a Roma,
Roma, adonde la fuente esa tan famosa que sale siempre en las películas italianas.
Si no, que se lo digan a Jürgen Hoffmanstahl, un mariscador de Chiclana que lo
ha vivido en sus propias carnes, cuando se perdió por las calles del centro no
hace ni una semana. Todavía no ha salido de su asombro el pobre.
Por lo visto, vinieron él y su familia a las rebajas y como
en el Primark no tuvieron que hacer ni dos horas de cola, pues eso, que les
sobró tiempo para darse un vueltazo por el centro y disfrutar así de su
arquitectura y de sus tapas de chicharrones. En fin, que se debieron de liar o
algo porque con el despiste acabaron sin querer en la rotonda esta tan bonita
que hay frente por frente del Vaticano.
Según nos cuenta el propio Hoffmanstahl (o como se llame,
que también son ganas, siendo de la Bahía) llevaban ya un rato dando vueltas
por el casco antiguo y a la quinta vez que pasaron por el Mamelón, buscando la
salida para Chiclana, pensaron que lo mejor sería preguntar. Grave error. El señor al que preguntaron se echó las manos a la cabeza y
empezó a resoplar. Al ver que no era ninguna broma con cámara oculta, les dijo
que la cosa iba a estar jodida, pero que cogieran por la calle Bizcocheros, que
giraran a la derecha y que donde el freidor fueran como para Arcos, pero que
preguntaran otra vez en el semáforo donde se pone a pedir el negro que saluda a
todo el mundo.
Una de dos. O el señor no se supo explicar o ellos no lo
entendieron bien, porque el caso es que, después de preguntar otras cuatro
veces, al ver que volvían a pasar por el Mamelón, tiraron millas.
Pero que tiraron millas que, cuando se quisieron dar cuenta,
resulta que se habían encajado en la capital de Italia, y sin pasar por el
Barrio Jarana, que también hay que ser torpe.
A punto de tirar la toalla, la suerte quiso que al preguntar
en el Trastevere por la salida para Chiclana, unos carabinieri muy amables les
dieran las indicaciones correctas. Si no, lo mismo estaban aún dando vueltas
por la Ciudad Eterna. O por el Mamelón.
Sr. Viernes.
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