viernes, 13 de febrero de 2015

ACADEMIA EL CALVARIO



Después de producirse esta semana varias detenciones por el escándalo de los cursos de formación, nuestros reporteros dejaron la investigación que se traían entre manos (sobre no sé qué de un bar que hay nuevo) y destaparon, ellos solitos, que en Jerez se habían estado regalando diplomas a cascoporro de unos cursos que nadie había impartido nunca.

Gracias a su olfato periodístico, nos hemos enterado de que los propietarios de varias academias se habían forrado con el dinero público destinado a esos cursos-fantasma; hemos sabido que alguno de ellos hasta se había comprado un cortijo; que para repartir títulos como churros sólo hacía falta una impresora, un poco de cartulina y un sello para que los diplomas parecieran buenos; y que había gente que sin entender ni papa de inglés, tenía en su casa más títulos que si hubiera estudiado toda la vida en Cambridge.

Pero el caso más insólito lo tenemos en la barriada El Calvario. Según todos los indicios, allí existe una academia donde se impartían realmente los cursos que les subvencionaban. Aunque cueste creer de lo que son capaces ciertos empresarios, cuando se ofrecía una ayuda para un curso de informática, por ejemplo, iban y contrataban profesores, los daban de alta en la Seguridad Social, incluso buscaban alumnos para no quedarse con toda la pasta por la cara.

Hasta que fue precintada el pasado jueves, se sabe que, por lo menos, habían impartido allí varios cursos de turismo, de idiomas, uno de cocina para publicistas y otro de diseño gráfico para celíacos. O al revés.

La academia ya había levantado sospechas entre los vecinos, que llevaban tiempo observando cómo por los alrededores del local merodeaban jóvenes cada mañana. Cuando la brigada policial irrumpió en la sede de la academia y sorprendió a varios profesores impartiendo las clases impunemente, se incautó de varios ordenadores portátiles, un buen número de tizas y un maletín con los que a todas luces debían de ser apuntes fotocopiados.

Hasta que se aclaren los jueces, el caso permanece bajo secreto de sumario y pendiente de ser elevado al Tribunal de la Competencia. Pero el daño ya está hecho, como recalcaba Paqui, vecina de la calle Guitarra:

–Lo que no podíamos imaginar es que ahí dentro se hicieran esas cosas. Este es un barrio muy tranquilo, de gente trabajadora, y en los años que llevo aquí nunca se había visto nada igual.

Sr. Viernes.

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