lunes, 6 de abril de 2015

"HOY NO ME PUEDO DAR LA LEVANTÁ": EL MUSICAL DE ANA TORRIJA TRIUNFA EN EL VILLAMARTA



Coincidiendo con el fin de la Semana Santa se presentó ayer el nuevo espectáculo "Hoy no me puedo dar la levantá" que consiguió llenar completamente el aforo del Teatro Villamarta.

El argumento de la obra conectó desde el principio con un público entregado: Mario es un joven jerezano que trabaja como jinete en la Real Escuela del Arte Ecuestre al que dedica todo su tiempo. Su novia Anuca no soporta más sus ausencias y lo deja por Martín Gámez, el capataz de La Mayor Soledad. Un día actuando en una gala se cae de su caballo cartujano y se le aparece la virgen de esa hermandad pidiéndole que se convierta en costalero de su paso de palio. Mario, se da cuenta entonces del daño que le ha causado a Anuca, del vacío de su existencia, de lo explotado que está laboralmente y de las manipulaciones de las empresas del Ibex35 y se hace hermano de la cofradía. Pero Martín Gámez está encelado porque sospecha que Anuca aún lo quiere y lo mantiene de aguador llevando el botijo. Su suerte cambia la noche del desfile cuando el patero derecho se lesiona al resbalar con la cera de la calle Larga y Mario lo sustituye llevando el paso con una maestría que nunca se había visto. Anuca emocionada canta una saeta sobrecogedora en la recogida y vuelve con Mario.

Ana Torrija no cabe de orgullo en su pellejo. "Fue muy emocionante esa comunión con un público tan maravilloso –nos cuenta la cantante–, ver cómo coreaban todos los temas de la obra con el móvil en mano con la aplicación de linterna activada. Fue el complemento perfecto que necesitaba la banda de cornetas y tambores de la Hermandad de la Santa Estridencia para entonar canciones como "Anás-Caifás, son dos fariseos", "Paso a Venus", "Un rosario es un rosario","Es una chirigota este Gólgota"… Bueno, todas, porque fue una pasada. Y ha sido tanto el éxito que incluso les han propuesto a los hermanos Cano que escriban el próximo pregón. Y ellos, superilusionados, ya han apuntado ideas con algunos de sus maravillosos versos, como "El divino hijo en su crucifijo" o "La amargura que no tiene cura". Va a ser genial –termina diciendo sonriente con esa boca con forma de rosco de vino de Viernes Santo que se le ha quedado después de operarse–."

Y como ya era hora de comer algo, Ana se nos fue al BarraBar, donde se puede elegir entre dos menús diferentes pero que siempre terminan robándote. Nosotros nos lavamos las manos.

Sr. Lunes.

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