Antonio lee mucho el Cosmopolitan y el Rolling
Stone, es un tipo a la moda, a la última. No tiene miedo de llamar la atención,
es más, requiere atención de algún tipo. Es por ello que, tras ver un mini
reportaje del canal Divinity sobre los lumbersexuals, se decidió a dejarse
barba.
En el reportaje se veía a multitud de hipsters de Candem pasear con sus barbas,
pobladas pero arregladas, ataviados con camisas de franela de cuadros (como las
que llevábamos cuando eramos grunges) cerradas hasta el último botón y comiendo
manzanas ecológicas de puestos callejeros. El se imaginó a sí mismo recorriendo
la Avenida, con una barba exquisita un traje de tweed y comiendo uvas de un
racimo guardado en un papel de estraza. Sería un Sherrysexual, moderno hasta
cierto punto y jerezano hasta la médula.
Corrió a su armario y llevó a Cáritas todos los jerséis verde cacería con
coderas, los Huskis (con y sin mangas) y el Barbour verde, necesitaba espacio
para la parca del ejercito alemán, las rebecas de cuello de pico y pantalones
pitillo (Levi's 501, eso si). Nos debe reconocer el señor Saldaña que cuando
abrió el zapatero y miró sus Sebago sintió un nudo en el estomago, pero estaba
decidido, sería moderno, sería eterno. Los guardó todos con sus hormas y los
sustituyó por zapatillas Adidas y por Vans con animal print (muy arriesgadas,
como él).
Y con esas pintas, como si hubiese pasado las
navidades entre Berlín y Londres, oyendo a The Clash, se presentó Antonio en el
ayuntamiento a primeros de Enero. Los agentes que custodian la puerta tardaron
en reconocerlo y tuvo que mostrar su acreditación. Una vez dentro, sus
compañeros de partido lo miraron de arriba a abajo, la oposición lo miró de
abajo a arriba y entre todos ellos murmuraban y soltaban risitas.
Cualquier otro se habría rendido y habría
vuelto a su casa para ponerse el atuendo habitual, pero Antonio está hecho de
otra pasta. Se dirigió al despacho de María José, la única cuya opinión era
importante para él, su mentora. Abrió la puerta y cruzó el umbral. Ella lo miró
con los ojos como Candy Candy, “¡Antonio, ¿pero qué has hecho?” Tras unos
segundos sin saber qué hacer, Antonio cerró la puerta y salió corriendo a su
despacho, el único refugio que le quedaba. Se sentó en su escritorio y abrió el
cajón donde guardaba un traje de emergencia por si se manchaba con el café o la
tostada de aceite. Para su sorpresa, el traje había desaparecido y en su lugar
encontró una bandolera de tela, con un dibujo de Mendieta que decía: Un gol
realmente increíble (disponible en www.chapitas.com).
Junto a la bandolera una nota, con una letra que reconoció al instante: Eres
pepero, eres moderno, eres eterno.
Sr. Miércoles
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