La muy noble familia Fox-Terry nos recibe en su recién
estrenado piso después de que el patriarca, Darío Fox, se quedara con las
vergüenzas al aire y volviera con lo puesto del bingo de El Puerto caminito de
Jerez, allá por el mes de diciembre pasado. “Lo aposté todo al 6 rojo porque en
el trayecto de mi chalet de Montealto al casino me tuve que detener en seis
semáforos seguidos, uno detrás de otro. Lo tomé como una señal del destino pero
la cosa quedó tan sólo en eso, simples señales de tráfico, y en la consiguiente
ruina. Jodida suerte”.
“Nos hemos tenido que trasladar a la zona Sur, a un piso de
mierda de Cerrofruto impropio de nuestro señorío”, se lamenta Darío. “Y por si
no fuera suficiente ahí tienen a mi hijo, con esa pinta de mamarracho desde que
le ha dado por frecuentar ciertas compañías del barrio. Ha abandonado sus
clases de piano del Conservatorio donde despuntaba porque ahora prefiere llevarse una flauta a la
boca… ya me entienden, maricona del culo que se nos ha vuelto. ¡Y encima contento con el rol de sumiso, el cabrón, que ni en esas demuestra su clase! Se ha convertido
en la peor versión que se puede tener de un Fox."
"Castigo del señor, castigo del señor", musita la
madre, Perry Terry, sin levantar la vista del terrazo gastado y retorciendo entre sus manos un
kleenex y un rosario comprados al negro del semáforo de El Almendral. "Hablando de castigo –tercia Darío Fox–, aprovechando
las fiestas de San Antón llevamos al muy zorrón, vestido de eso mismo, al parque el pasado domingo para
que le bendijeran, a ver si así lo enderezaba la gracia divina, pero
maldita la gracia que lo único que se le enderezó fue la verga cuando un gran
danés salido retiró el rabo para mostrarle el asterisco posterior. Lo que viene
siendo el culo, para entendernos. Pudimos separarlos cuando el puto vicioso ya lo enculaba. El gran danés resultó ser propiedad de la duquesa de Abrantes, y los
matones que nos dieron una generosa paliza también estaban al servicio de la
duquesa.
Suspira la señora Terry y el señor Fox, apurando a gañote una
botella de fino Cala, gimotea: “Si hubiese apostado al 12 negro, al negro joder,
que los rojos nunca nos trajeron nada bueno…”
Sr. Miércoles.
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