De Rafael de Paula nos lo esperamos todo. Nos
había convocado para anunciar en rueda de prensa su vuelta a los ruedos, y como
no hacía mucho que lo habían detenido por montar el mingo en el bufete de su
abogado, allá que fuimos con nuestro chaleco antibala, no se le fuera a ocurrir
esta vez presentarse con una katana.
Por lo visto, cansado como está de verse
envuelto en rumores sobre el gusto que le ha cogido a pegar sablazos, el diestro
jerezano, que no torea desde hace casi quince años (aunque hay detractores que
aseguran que tampoco es que antes de su retirada toreara gran cosa) ha decidido
callar muchas bocas matando él solito una corrida de Miura en la plaza portátil
de Chapín.
La decisión la ha tomado porque estaba harto ya
de que sólo lo llamaran para ofrecerle trabajo en cosas raras. Entre otras, ha
rechazado la oferta que recibió del Parador de Ronda, donde querían contratarle
como jefe de relaciones públicas por lo bien que lo hizo el día aquel en el que
le dieron un homenaje y al matador solo le faltó decir que la Llave de Oro se
la podían meter por donde mismo. Además, ha dicho que no a la firma de moda Versace,
que gracias a su puesta en escena aquella misma noche del homenaje, tenía pensado
comercializar la toalla de baño como complemento para caballeros. Ha mandado a
freír espárragos a Jesús Quintero (que todavía está esperando que le acabe de
contestar a una pregunta que le hizo cuando empezó a emitirse El Loco de la Colina.)
Incluso al director del Instituto Cervantes lo ha echado Paula a patadas por
tentarle con una gira de conferencias titulada “Duendes, para qué os quiero”,
en la que tendría que explicar sus técnicas de escapismo cuando pasaba tantas
fatiguitas en la cara del toro.
A la pregunta de Jerez Crack sobre cuál será
el traje de luces que lucirá la tarde de su regreso, Rafael de Paula nos arrojó
la botella de agua mineral y nos preguntó dónde coño habíamos estudiado
periodismo. Acto seguido se levantó, sacando la lengua y haciendo un gesto muy
feo con el dedo, como si fuera el cantante de los Sex Pistols, para largarse
por donde había venido. Al menos no nos soltó su célebre frase: “ya voy a estar
yo en Jerez de la Frontera, donde se comen las papas enteras”. Será porque ya
estaba en Jerez de la Frontera.
Sr. Viernes.
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