Mucho cuidado. Si es usted cliente de los
bares del centro (y yo sé que lo es, porque le tengo visto un día detrás de
otro haciendo barra), debe tomar precauciones para no llevarse un susto de
muerte. Tomar precauciones y, en la medida de lo posible, llevar una muda de
ropa, no sea que le ocurra lo que ya viene siendo el fenómeno paranormal de
moda en nuestro pueblo: la tele-transportación.
Para los que no entiendan ni papa de estas
cosas esotéricas, recordaremos a nuestros distinguidos lectores que la tele-transportación
es una anomalía del complejo espacio-tiempo consistente en un trasvase súbito
de materia, producido por causas desconocidas, que como te coja de lleno, te
puede llevar al quinto coño sin hacer escalas.
O sea, que en un momento dado puede estar usted
tan ricamente en la venta de Lomopardo y, sin saber cómo (porque la tele-transportación
no hace apenas ruido) en un nanosegundo encontrarse comiendo rábanos en una
gasolinera de Cracovia. O en la Plaza Roja de Moscú.
Exactamente eso es lo que le pasó el otro día
a un conocido tocaor jerezano, cuya identidad él ha preferido ocultar, pero que
nosotros desvelaremos inmediatamente, que para eso nos pagan: El Tito.
Según su testimonio, todo ocurrió a eso del
mediodía. Él venía de empalme, como siempre, con la guitarra a cuestas, entró
un momento en el servicio del tabanco El Pasaje, porque no podía aguantar más,
y cuando salió abrochándose la portañuela, allí no había ni tabanco ni nada. Lo
que había eran unos edificios como los de Eurodisney y un montón de gente
hablando en ruso.
-Aluciné en colores, nos dice el propio Tito,
pero más alucinaron los rusos cuando yo me puse allí en medio de la Plaza Roja
a tocar las palmas y a cantar por Rancapino.
Lo peor de todo fue el viaje de vuelta, porque
El Tito, que ya se veía venir que el autobús de circunvalación da muchas
vueltas pero no pasa por la Plaza Roja, ha tenido que cruzar Europa a dedo para
llegar a su casa antes de que lo echaran en falta.
Según el doctor Kacky, redactor de la revista “Más
pallá”, esto ocurre muy raramente, pero existen puertas dimensionales que
reúnen las condiciones energéticas para tele-transportarnos. Pasa en el Macchu
Picchu. Pasa en el desierto de Arizona. Y pasa, lo acabamos de verificar
empíricamente, en tabancos como El Pasaje.
Sr. Viernes.
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