Nada más conocerse la noticia (otra exclusiva
de Jerez Crack) de que la Fundación Caballero Bonald iba a transformarse en el
Museo del Jamón, comenzaron a concurrir a la calle Caballeros, en concreto a la
habitualmente desierta sede de la institución, numerosas personas con el fin de
conocer el nuevo rumbo de tan señero puntal cultural de nuestra ciudad.
Cuál no sería su sorpresa cuando una desconcertada
Pepa Parra salió a la puerta y, hecha una furia, les gritó a todos que ni
aquello era un bar, ni ella les iba a poner media de fino y dos montaditos de
melva con morrón. Acto seguido, leyó un comunicado que también ha sido remitido
a nuestra redacción, acompañado de una demanda judicial por tratar empañar la
intachable trayectoria de la Fundación.
Lo que nos quedará por ver.
En el citado comunicado se dice que es cierto
que durante el pasado mes de enero se celebró un congreso titulado “Mil años de
escritoras borrachas. De Hildegarda de Bingen a Gloria Fuertes” y que varias de
las actividades estuvieron muy relacionadas con la bebida, como la cata
destroyer dirigida por Mauricio Gil Cano o la gimkana por los más destacados tabancos
de la ciudad capitaneada por el club de fans de Bukowski. Pero de ahí a montar
una tasca...
Respecto a la falta de asistencia de público,
los responsables de la Fundación sostiene que todos las actividades son
multitudinarias y la biblioteca está siendo constantemente consultada por
investigadores por lo que no entienden que tengan que alterar su
funcionamiento, ni almacenar jamones, ni realizar lecturas maridadas con
chacinas de la Sierra (los libros de Sainz Peña serían idóneos para este fin).
El comunicado concluye diciendo muy claro que
lo suyo es la literatura, y no la hostelería, y para demostrarlo realizarán el
próximo sábado una quema de libros de cocina, seguida de la degustación de una
paella gigante. Y después no querrán que escribamos lo que escribimos...
Por su parte, José Manuel Caballero Bonald,
presidente de la fundación homónima, ha dicho que se dejen de tonterías y le
pongan otra copa.
Visto el disparate, recomendamos a nuestros
lectores que no cejen en su empeño y vuelvan a la calle Caballeros a pedirle a la
señorita Parra dos cervezas y media de chicharrones. Y si se pone farota,
soliciten la hoja de reclamaciones, que todo bar debe tener una.
Sr. Miércoles.
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