La pasada Semana Santa un cofrade jereciense decidió no
retirarse tras la recogida de su hermandad en el templo y continuar por su
cuenta con su desfile procesional hacia el norte del país. Jerez Crack, Equipo
de Investigación, lo interceptó ayer a la altura de Poyales del Hoyo y logró que
abandonase unos minutos su voto de silencio para que nos contase su historia:
“Aquel día, sin ninguna razón en particular, decidí salir a procesionar.
Anduve hasta el final del recorrido penitencial, y cuando llegué a la recogida,
pensé que tal vez podía andar hasta el final del pueblo. Y cuando llegué, pensé
que tal vez podía desfilar hasta Majarromaque. Noté que si había llegado tan
lejos, tal vez podía caminar a través de Castilla La Mancha. Anduve derecho hasta el Cantábrico.
Y cuando llegué, noté que ya había llegado lejos, y que tal vez debía dar la
vuelta y continuar desfilando. Y cuando llegué al Mediterráneo, noté que debía
dar la vuelta y continuar andando. Cuando tenía sueño, dormía. Cuando tenía
hambre, comía. Cuando debía... tú sabes, iba.”
En su marcha se les ha ido uniendo otros nazarenos de distintos
pueblos por los que ha ido pasando. Preguntado por la sensación que le produce esta
súbita fama que hace que muchos cofrades decidan desfilar con él por las
carreteras españolas nos contestó que: “La verdad, aunque yo siempre iba procesionando,
nunca pensé que eso me llevara a ningún lado.”
Terminó reconociendo que a pesar del éxito cosechado se encuentra algo aburrido de dar tantas vueltas sin un rumbo fijo y que a su vuelta a tierras gaditanas piensa dedicarse al negocio de las gambas y hacerle la competencia a Romerijo.
Terminó reconociendo que a pesar del éxito cosechado se encuentra algo aburrido de dar tantas vueltas sin un rumbo fijo y que a su vuelta a tierras gaditanas piensa dedicarse al negocio de las gambas y hacerle la competencia a Romerijo.
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