Ante la incapacidad manifiesta del nuevo ayuntamiento en
encontrar soluciones a los eternos problemas que asfixian a nuestra ciudad, la
alcaldesa, inspirada en una conocida serie televisiva, ha ordenado a Francisco
Camas que abandone su querencia por su apellido y se ponga manos a la obra con
la formación de la nueva Delegación del Tiempo, con el objetivo de atajar esos desaguisados
viajando al pasado. Este a su vez le ha confiado la delicada misión a Álvaro de
Urano, nieto lejano del actor Álvaro de Luna, más conocido por su papel de El
Algarrobo.
Se ha utilizado para tal fin una puerta temporal ubicada en
el Palacio del Tiempo de la calle Lealas. Parece que los genes algarróbicos
dominan la conducta de Álvaro porque antes de encontrar la salida correcta, se
ha perdido por las diversas puertas del Palacio del Vino, que comparte
ubicación con el del Tiempo, y ha degustado los distintos caldos de la tierra.
Como consecuencia de ello, Álvaro ha viajado al pasado jereciense en un estado de
considerable embriaguez.
Ataviado con un chándal eléctrico, Álvaro ha llegado entre arcadas y vómitos a un lugar próximo
al estadio Chapín, sobre las 7 de la mañana de un lunes de primavera de 1990. Dando
camballadas se ha unido a Pedro Pacheco, alcalde de Jerez en aquellos tiempos,
y a su cortejo de pelotas atléticos que practicaban footing (ahora, running) a
esas horas. A pesar de su lamentable estado, Álvaro ha conseguido granjearse la
confianza de Pacheco hasta tal punto que lo ha nombrado asesor de Urbanismo a
pesar de poseer tan sólo conocimientos básicos de tonelería. De esta manera
fracasa la primera misión de Álvaro que era reducir la plantilla municipal y
que ahora cuenta con un trabajador más.
El resto de los objetivos marcados han tenido unos
resultados dispares. Así, ha podido convencer a Pacheco de que la estatua del
Minotauro se entregue acabada de la cabeza a lo pies para que no parezca el Homenaje
al Pollo Asado que es hoy. Aunque Álvaro no haya logrado que Pacheco abandone
su fijación por la construcción del Circuito Permanente de Velocidad, se modifica
su trazado, que deja de parecer un porrón para asemejarse a una botella de
fino, más aburrido de conducir pero más jereciense y con menos curvas que
dedicar. Continuando con la velocidad, se ha fusionado el malogrado proyecto
del Speed Festival con Área Sur en el nuevo Speed Area, un centro comercial con
horarios de apertura y cierre tan ajustados que los clientes deben de realizar
sus compras en un tiempo récord. Los estresados comerciantes aspiran, al menos,
a que sus contratos por centésimas se conviertan en contratos por horas.
Finalmente, la popular calle de Rompechapines, derruida debido a la fallida
construcción de La Ciudad del Flamenco, vive sus mejores tiempos y se ha
extendido a ese Solar del Flamenco, convirtiéndose en un macrocentro del sexo denominado
Rompeshoppines: un moderno edificio de muros caladitos como unas bragas de
encaje que alberga todo el universo de la entrepierna. Un proyecto destinado a
revitalizar tanto el centro de urbano de Jerez como el centro anatómico de sus
ciudadanos.
Las gestiones de Álvaro han creado un caos espacio-temporal
en el que Pedro Pacheco sigue siendo el único alcalde de la democracia
jereciense. Poco se sabe de las que pudieron y no llegaron a ser alcaldesas de
la ciudad: Pilar Sánchez vive retirada en Ceuta y no piensa subir del moro; los
dedos de los pies de Mamen Sánchez sólo le interesan a su podólogo; Pelayo
sigue imputada –hay actitudes que nunca cambiarán–, pero por la trama Púnica en
vez de por la Gürtel, aunque a salvo gracias a sus aforamientos. Finalmente, no
podemos aportar dato alguno de un tal Antonio Alimaña o por el estilo por el
que alguien nos preguntó.
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