La enorme expectación creada por la visita de Susana Díaz a
Jerez pronto quedó frustrada cuando apareció en lontananza de la plaza
Consistorio y se dejó ver entre la muralla de policías que la rodeaban. Conocida la fijación de la presidenta por comparecer
públicamente disfrazada de bandera, bética o sevillista según le de, una
representación de la peña futbolera xereciense la jaleaba ayer entre vítores y
banderas locales esperando que se presentara vestida de blanquiazul, lo que para
estos ciudadanos “sería un bonito gesto para con esta noble ciudad tan dejada
de la mano de Dior últimamente”.
Cundió el desánimo cuando comprobaron que la chaquetita que
lucía en esta ocasión era negra en vez de azul intenso. “¿Pero tan mal estamos
para que venga esta señora con ese tono lúgubre?” se preguntaban los allí
presentes que lentamente comenzaron a abandonar la plaza cabizbajos.
Luego vinieron los discursos, que pretendían dar un enfoque positivo al futuro jereciense pero a los que apenas se les
prestó atención una vez que se frustraron las expectativas generadas y el
tono sombrío se adueñó del ambiente. Iban de algo de poner en valor y de
no sé qué de la excelencia. Se nota que los políticos se han bajado la misma
aplicación para redactar sus monólogos.
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