Cualquier ciudadano que esté un poco atento a
la vida municipal se habrá dado cuenta que en los últimos años se han nominado
varias vías urbanas con el nombre de personajes absurdos y artistas de segunda
fila, muchas de ellas a petición de José Luis Jiménez, quien confía que, en el
futuro, su ímproba labor se vea premiada con una placa de letras doradas.
Pilar Pasamar o Jologa, quienes por su obra no
merecerían más que un rincón del vertedero de El Portal gozan del honor de haber
cedido su nombre a espacios públicos jerezanos. El problema el que el número de
calles es finito y estamos llegando a extremos grotescos como el de la plaza
Mirabal, a la que se añadió el apellido de Ramón Chaveli, en homenaje a un
escultor que se podría haber quedado en Valencia haciendo ninots (que jamás
hubiesen sido indultados).
Según ha podido saber la redacción de Jerez
Crack, el Ayuntamiento ha decidido acabar con esta incómoda situación, y ha
optado por agrupar a todos los mamarrachos para los que se solicita calle,
cambiando la rotulación de la avenida Álvaro Domecq por el de avenida de la
Última Mierda que cagó La Tomata. Aquí cabrán historiadores de tres al cuarto,
como Antonio Mariscal, José Ruiz Mata y Manuel Romero Bejarano, escritores
semi-analfabetos, por ejemplo Sainz Peña, Almudena Colorado o Fernando Taboada,
artistas plásticos cuya obra merecería la hoguera (no hay capacidad en el
servidor para incluir todos sus nombres), domadores de pulgas, periodistas
infames (Manolo Liaño y Carlos Piedras se llevarían la palma), novilleros de
tres al cuarto, pregoneros de la Semana Santa (sería difícil establecer quién
ha sido el peor), cantaores flamencos dignos de ser arrojados a un pozo (que
también son legión), cofrades de pro, destacados bolizas, belenistas de tronío,
lanzadores de cuchillos, clientes de Casa Petra, historiadoras del arte,
xerecistas insignes, y, en definitiva, todo aquel pelagatos que se crea con
derecho a merecer el reconocimiento de esta ciudad.
La alcaldesa ya se ha puesto en contacto con
los descendientes de Dolores Ruiz, La Tomata, quienes se han mostrado muy
satisfechos con la decisión, si bien han pedido que el cambio de nombre se vea
acompañado de un monumento, aunque no ha transcendido si éste representaría a
La Tomata o a la Última Mierda en cuestión.
Sr. Miércoles.
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