De los cientos de cartas que recibimos a diario, la mayoría
son para consultarnos por unos asuntos que ni nos paramos a responder porque son
de dominio público: ¿Por qué el meridiano cero no pasa por la calle Pizarro? ¿Cómo
es que en nuestra ciudad no levantan un monumento a Nadia Comaneci? ¿En qué
momento Jerez dejó de llamarse Benidorm?... Sin embargo, esta semana nos ha llamado
la atención una postal que recibimos desde Nueva Orleans en la que un tal
Barack Obama (nada que ver con el célebre jugador de baloncesto) nos pregunta
cómo se puede distinguir una procesión de Semana Santa de otras expresiones
populares. Y nos lo pregunta porque al parecer este hombre tiene pensado
visitarnos pronto y no quiere meter la pata cantándole una saeta a un camión de
mudanzas o a un puesto ambulante de altramuces como ese que va por ahí haciendo
ondear una bandera del Atlético de Madrid.
Pues estás de suerte, querido Barack, porque hemos consultado
a nuestro equipo de expertos y nos han comunicado que aunque a simple vista sea
difícil distinguirlas, hay dos cosas que, fijándose bien, pueden ser de gran
ayuda. Una es la banda de música. Si la presunta procesión va acompañada por un
montón de gente vestida igual que si fueran domadores de circo, es probable que
se trate de una de verdad. Pero la prueba definitiva está en la música que tocan.
Para que sea una banda de Semana Santa auténtica, las cornetas deben emitir unas
notas tan agudas que solo puedan percibirlas algunas razas de perros.
Lo malo es que también hay procesiones que no llevan banda. Ahí
sí que no podemos poner la mano en el fuego. Lo único que te aseguramos es que
si lleva ruedas y una bandera del Atlético de Madrid, casi seguro que no sea una
procesión, sino el puesto ese de los altramuces al que nos referíamos un poco
más arriba.
Sr. Miércoles.
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