Antes de irnos de vacaciones, la RAE nos ha obsequiado con
un regalo, que, no por esperado, deja de ser gratificante. La palabra
“jereciense”, esa que te define a ti, y a nosotros, ha sido incluida en el
diccionario. Era una reivindicación silenciosa de todo el pueblo que se siente
más jereciense que jerezano, que por fin ha sido satisfecha. Así, a las
recientes incorporaciones al diccionario como “papichulo”, “ambientólogo” o
“amigovio”, se suma “jereciense”. Todo un honor, ¿que no?
Pero no todo el mundo es de la misma opinión. Las clases más
conservadoras han clamado al cielo ante el nuevo gentilicio. De hecho la
plataforma “Jerezano sí, jereciense no”, encabezada por Cayetano Espinosa de
los O’neales de Casa Arizón ya ha elevado una protesta ante el Tribunal de
Estrasburgo. Estos no van a la calle Tomás García Figueras, sino a sitios con
más glamour. “Jerezanos somos, desde el principio de los siglos. Jereciense es
un término perroflauta de estos comunistas impresentables y necios de Jerez
Crack”, nos dijo muy amablemente Cayetano en el salón de su casa de El Buzo.
“Somos señoritos jerezanos, no jerecienses. Además, jerezano tiene una rima muy
molona, pero con jereciense ya es más difícil”. Le dejamos cabizbajo, pensando
en un rima con jereciense, bajo un tapiz de un toro bravo pastando en Benalup.
Otro colectivo que ha protestado ha sido la Asociación de
Amigos del Archivo, más que nada por salir en algún medio. Pero para variar,
nadie les ha hecho caso. Nosotros, además, les hemos pinchado las ruedas del
coche.
Sea como sea, ya tienes homologada tu táctica para ligar en
el chiringuito este verano: “¿Quieres bailar la canción del taxi con un/a
auténtico/a jereciense?”. Triunfo asegurado.
Sr. Jueves.
No hay comentarios:
Publicar un comentario