Muy a nuestro pesar tenemos que relatarles un
lamentable incidente ocurrido el pasado jueves de feria y del que hemos tenido
conocimiento en las últimas horas. No, no se trata de la comida de feria de los
integrantes de Jerez Crack, sino de otro vergonzoso intento de "ir de
pescue" del conocido como "Pequeño Nicolás".
Según nos detallan nuestras fuentes, este individuo llegó a la feria perfectamente disfrazado de jereciense, con traje azul y corbata, camisa celeste de puños blancos, clavel en la solapa y pelo cortijero engominado. Se adentró en el real con los aires de grandeza que acostumbra y se percató de que, con esa facha y esos andares quedaba perfectamente mimetizado con el entorno.
Se tomó la primera en El Trasiego, donde unos cuantos apretones de mano le consiguieron media botella "de válvula". De tal manera y viendo que la cosa se ponía fácil, decidió adentrarse en todas las casetas donde viera gente de su clase y estilo, combinar abrazos y besos en la mejilla con fuertes apretones de manos y miradas convencidas.
En su recorrido no faltaron clásicos como Vinolentos, Lebreros o La Cantarera, y en todos ellos obtuvo su copa de cristal y su media de fino. Tanto fue así, que este muchacho de poco cuerpo se fue poniendo “moyatoso” y se hartó de escuchar versiones “aflamencadas” de Enrique Iglesias o los grandes éxitos de Siempre Así y buscó otras casetas menos afines a él, pero con más marcha y niñas con más escote.
Según nos detallan nuestras fuentes, este individuo llegó a la feria perfectamente disfrazado de jereciense, con traje azul y corbata, camisa celeste de puños blancos, clavel en la solapa y pelo cortijero engominado. Se adentró en el real con los aires de grandeza que acostumbra y se percató de que, con esa facha y esos andares quedaba perfectamente mimetizado con el entorno.
Se tomó la primera en El Trasiego, donde unos cuantos apretones de mano le consiguieron media botella "de válvula". De tal manera y viendo que la cosa se ponía fácil, decidió adentrarse en todas las casetas donde viera gente de su clase y estilo, combinar abrazos y besos en la mejilla con fuertes apretones de manos y miradas convencidas.
En su recorrido no faltaron clásicos como Vinolentos, Lebreros o La Cantarera, y en todos ellos obtuvo su copa de cristal y su media de fino. Tanto fue así, que este muchacho de poco cuerpo se fue poniendo “moyatoso” y se hartó de escuchar versiones “aflamencadas” de Enrique Iglesias o los grandes éxitos de Siempre Así y buscó otras casetas menos afines a él, pero con más marcha y niñas con más escote.
Las “cambayás” lo empujaron a entrar en la
popular caseta de los Cherokee y mientras le duró el puntillo del vino bailó y
cantó por Guns N' Roses con la corbata en la cabeza. Pero de tanto bailar le
entró sed y trató de agenciarse una maceta de cerveza con sus dotes de
persuasión, pero en la barra le aseguraron que por muy de la casa de los
Lannister que fuera, las deudas las tenía que pagar en lo de los tickets.
De tanto insistir, Nicolás provocó una cola
más grande que la que se produce en el baño de las mujeres, por lo que los
encargados de seguridad de la caseta (Thor y su primo de zumosol) le mostraron
como llegar a Marivent sin sacar billete.
Esperemos que esta experiencia le sirva al
Pequeño Nicolás para aprender que con el pelo cortijero no se roba en todos los
sitios. (Sólo en los ayuntamientos).
Sr. Martes.
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