“¿Pero que polleces estáis diciendo, si yo estoy
perfectamente –nos grita muy cabreado entre carcajadas Papá Noel cuando nos
acercamos para interesarnos por su salud– Miren si no –y comienza a hacer el
pino/abeto-puente y a practicar el salto de la rana al modo en que El Cordobés
padre pretendía demostrar su buena forma física–. Además, si todos los días
ando 40 minutos a toda velocidad, al estilo Rajoy, en mi cinta estática, que es
igualita que la de él pero blanca en vez de negra, para darle un tono
integrador.
“El problema no está en mí sino en estos renos que están
viejos y no sirven ya ni para percheros en el cortijo de los Domecq de Carrizosa.
Y el Rudolph este solo conserva de su olfato el color rojo como de pasar todo
el santo día en El Guitarrón porque mire adónde me ha traído el muy cornudo…–sigue
carcajeándose muy irritado–. Ya me extrañaba este calor, que no es normal, con tan
poco abeto y con esas chimeneas de mampostería. Si pudiera cambiar a una moto
de nieve de una puta vez y pasar de esta mierda de tradición, pero no veas cómo
se las gastan los ecologistas finlandeses con estos rollos.
“Bueno, lo perdido al río Ljusnan, no me queda otra
que repartir los regalos que los niños escandinavos pidieron entre la chavalada
jereciense. A ver, tenemos en el saco varios ajedreces, unos Juegos Solidarios Geyper,
la Barbie sufragista y el Ken igualitario, el TELO LEGO… ¡Joder no sé si estos
juguetes van a colar en Icovesa o en San Benito!”. Ahora sí parece que se ríe con
ganas, el gordo cabrón.