Parecían que las cosas iban rodadas entre el filipino inversor y el gobierno local, que los socialistas jerecienses y él hacían muy buenas migas, que Mamen se lo comía con los ojos… pero los dulces momentos vividos han quedado detrás y el filipino –un personaje riquísimo– decidió hace unos días retirar muy amargado la inversión prevista en la ciudad y dejarnos con la miel en los labios.
“Estoy negro de esperar a que esta mujé –refiriéndose a la
alcaldesa– se decida. Parecía que mi fábrica de rosquillas que pensaba instalar
en el Convento del Espíritu Santo era cosa de cocer y cantar maitines, pero a la
alcaldesa le han entrado dudas a última hora y no ha parado de pedir un informe tras otro
porque ninguno le parece del todo concluyente. Ahora ha encargado otro al gabinete de
Escribaño D’Chocolat & Asociados y mucho me temo que me la van a meter por tor
medio. Peor para ustedes porque era un negocio redondo. Yo estoy bien cubierto,
no me voy a morir de hambre, así que le decís a vuestra alcaldesa que con su
pan se lo coma”, nos comentaba hace unos días.
Muy pasado de rosca por
todo lo ocurrido en los últimos meses, el filipino en cuestión compró un billete
directo Jerez-Manila y ya se dirigía a La Parra con su bolsa amarilla de González Byass
cuando el concejal Montero lo ha confundido con un cojín para las hemorroides y
lo ha reventado de un culazo al sentarse sobre él. Al darse cuenta de su error
y ver de quién se trataba realmente se lo ha tragado en dos bocados. Pobre filipino,
este final nos ha dejado muy mal sabor de boca.
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