La primavera socialista ha llegado al Villamarta y ha
rejuvenecido su futuro con el aroma fresco y alegre de sus rosas. Y lo ha rejuvenecido
gestionando el teatro a través de una fundación universitaria, que debe ser algo
así como una tuna financiera, con calculadora en vez de pandereta.
Jerez Crack, equipo de investigación, se acercó este fin de semana a tomarle el pulso a este renovado teatro. Y el pulso lo tenía tan
revolucionado como cualquier adolescente hiperhormonado. Al principio no pudimos conocer la naturaleza de estos cambios porque la nueva responsable de
comunicación, una señora que lucía una minifalda escocesa y unos calcetines
blancos hasta la rodilla, nos cortó de inmediato con un “no me rayes tío, que
no estoy para que me comas la cabeza” mientras nos espantaba a golpes con un cartapacio forrado con fotos de Andrés Velencoso. Mejor suerte tuvimos con un grupo de veteranas trabajadoras que encontramos en el escenario haciéndose selfies entre
risotadas. Superado esta fase de pavo generalizado, una de ellas, la jefa de
taquillas que está por el tramoyista alto moreno según reza en un corazón
pintado en los WC del personal, nos comentó que “el nuevo programa es un pasote total, tío, por ejemplo, el pregón de Semana Santa nos lo hemos
fundido por una barrilada primaveral –Todas han gritado a coro apoyando la
medida–. Y además traeremos aquí el Espárrago, flipa colega, y acamparemos en la plaza Romero Martínez –Más aullidos–.”
Algún empresario jereciense ya le ha visto el filón a todo
esto asunto y se ha hecho con la explotación del bar para establecer allí su
nueva línea de comida rápida: el Fast-ustino. Prueben sus Happy Artichoke.
Sin embargo no todos andan satisfechos con la medida. En el equipo de técnicos reinaba el descontento mientras compartían litronas y
pitis y comparaban sus nuevos tatuajes en un camerino. El asunto es que ahora todos
serán contratados como juniors en prácticas. Así nos lo rapeaba un individuo irreconocible bajo la capucha de su sudadera surfera y que
resultó ser el jefe de escenario, al que le faltaban solo cuatro años para
prejubilarse: “El sistema es un madafaka sicario que nos paga como a becarios /
sin pasta para gasolina, sin poder recoger a mi chica de las Josefinas”.
Con este panorama algunos han tenido que volver a casa de
sus padres y a negociar el horario de salida del finde. No todo el campus es
orégano.
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