Gracias a los carteles identificativos distribuidos por
numerosas calles de la ciudad y a la colaboración ciudadana se ha podido por
fin desarticular a la Patrulla Cani, un grupo de jóvenes delincuentes que venía
operando impunemente estos días en Jerez.
La policía había recibido muchas denuncias, en especial de
la zona norte, donde habían centrado su actividad delictiva. Parece ser que los
miembros de este grupo aparcaban su su Hyundai Coupé rojo en las inmediaciones
del colegio El Cuco con la música a todo volumen con la intención de atraer a jóvenes
con las que perrear y de paso, birlarles los móviles.
Una de las denunciantes, Pochola Bohórquez de la Pela,
respiraba aliviada al conocer la noticia. “Al principio me cayeron bien cuando
los vi con mi hija Águeda a la salida del colegio, hasta llegué a tomarlos por jóvenes
de los nuestros porque hay uno que siempre va con el brazo en alto y nosotros
somos muy de José Antonio, ¿sabe usted? Pero después noté su mala influencia cuando
comenzó a vestir con un chándal amarillo y una gorra de Obey, ¡ella que era un
ejemplo de elegancia jereciense
siempre de discreto beige y de verde cacería! ¡Haraganes, malnacidos!…
disculpe mi lenguaje inapropiado pero es que lo recuerdo y siento que me va a
dar un síncope.”
Conocidas las preferencias de este grupo, agentes de la policía
local desplegaron la “Operación Perrera” en los aledaños de la Avenida Álvaro
Domecq y lograron detenerlos haciendo uso de unas de sus vuvuzelas, unas que
emiten un sonido insoportable para los canis compuesto por extractos de
melodías de Wagner.
Y como a perro flaco todos son pulgas, les han cargado también con el intento de secuestro del niño en Tornería y de algunos excrementos no
recogidos por la Avenida de Andalucía.
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